Nombre completo: Jaime Allier Campuzano
Cargo actual: Magistrado de Circuito del Poder Judicial de la Federación
Entidad federativa de origen: Ciudad de México
Especialidad(es): Derecho penal, derechos humanos, debido proceso
Vínculos políticos identificados:
Carrera judicial consolidada
No se han identificado vínculos partidistas ni trayectoria política
Grado(s) académico(s):
Licenciatura en Derecho
Maestría en Derecho Penal
Universidad(es):
Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM)
Estudios de posgrado en el Instituto de la Judicatura Federal
Especializaciones:
Derecho penal
Amparo penal
Derechos humanos en el sistema penal
Magistrado de Circuito con especialización en materia penal
Secretario de Estudio y Cuenta en la Suprema Corte de Justicia de la Nación
Juez de Distrito y posteriormente Magistrado de Circuito en juzgados de proceso penal
Participante en reformas al sistema penal acusatorio
Formador de jueces y magistrados en temas de debido proceso, presunción de inocencia y garantías penales
Jaime Allier Campuzano representa el perfil del jurista cultivado, analítico y disciplinado. Su especialidad es el derecho constitucional y los derechos humanos, y ha dedicado gran parte de su carrera a la docencia y a la formación jurídica. Ha sido juez y magistrado, y ha trabajado también en la academia y en el servicio público con una línea clara: el respeto al orden constitucional.
Este tipo de perfil suele generar confianza por su preparación, pero desde la virtud, la pregunta va más allá de lo técnico:¿Está dispuesto a sacrificar su comodidad por la justicia? ¿O su apego al constitucionalismo es tan formalista que lo vuelve ciego ante los abusos ideológicos que usan la ley como disfraz?
“El justo entiende la causa de los pobres, mas el impío no entiende sabiduría.” (Proverbios 29:7)
Hasta donde se conoce públicamente, Jaime Allier no tiene vínculos visibles con partidos ni con el oficialismo, y ha desarrollado su carrera más en el ámbito judicial que en el político. Este es un buen punto de partida: independencia técnica.
Pero su independencia debe probarse cuando el poder lo llame a ceder, a justificar lo injustificable, o a convalidar leyes que contradicen el orden natural.
Sí. Es probablemente su punto más fuerte. Allier Campuzano ha dedicado buena parte de su vida a la enseñanza del derecho constitucional y ha sido firme defensor del Estado de Derecho como estructura de equilibrio entre los poderes. No parece susceptible a usar la Corte como herramienta para imponer reformas ideológicas.
Sin embargo, ¿reconoce que la Constitución está subordinada a principios morales más altos? Si defiende la carta magna pero no reconoce que existen normas injustas o manipuladas, su visión será incompleta.
No se le conocen declaraciones públicas sobre estos temas. No ha defendido la vida desde la concepción, ni ha emitido posicionamientos claros sobre la familia natural, la ideología de género o la libertad religiosa.
Esta ausencia puede ser señal de prudencia profesional… o de falta de convicción. Desde la virtud cristiana, callar ante los fundamentos morales es fallar ante Dios y ante la justicia verdadera.
“El que cierra su oído al clamor del pobre, también él clamará y no será oído.” (Proverbios 21:13)
Su carrera muestra vocación real. No ha buscado protagonismo político ni mediático. Se ha mantenido en los ámbitos académico y judicial con seriedad. No se percibe ambición desmedida ni instrumentalización del cargo para fines personales.
Esto habla de templanza y humildad, virtudes esenciales en quien juzga a otros.
Allier promueve la paz institucional. No es polémico, ni provocador, ni activista. Su lenguaje es técnico y sobrio. Esto es valioso en una Corte que necesita equilibrio, pero también representa un desafío: la neutralidad moral ante temas trascendentes puede volverse complicidad silenciosa.
El verdadero juez virtuoso no busca agitar, pero tampoco se esconde cuando la verdad exige ser defendida.
Jaime Allier Campuzano es un candidato sólido, institucional y preparado. Su fidelidad al derecho constitucional y su lejanía de agendas ideológicas son señales esperanzadoras. Es un perfil que aportaría equilibrio técnico y madurez jurídica a la SCJN.
Pero para ser un juez verdaderamente justo, necesita abrir los ojos al plano moral del derecho. Debe estar dispuesto a decir: “Esa ley no es justa, aunque esté escrita”; “ese derecho no es humano, aunque así lo llamen”.
La virtud no exige solo conocimiento, sino valor.
“Sé fuerte y valiente… no te apartes de este libro de la ley ni a derecha ni a izquierda, para que tengas éxito.” (Josué 1:7)