¿JUSTICIA CIUDADANA O CONTROL PARTIDISTA?

A 60 días de las elecciones: lo que está en juego no es solo un cargo, sino la libertad de juzgar con verdad.

En tiempos de elecciones, muchas propuestas suenan bien: justicia para todos, fin de los privilegios, que “el pueblo elija a sus jueces”. Pero debemos hacer una pausa. Cuando lo que se está reformando es el poder que debe garantizar la verdad y la justicia, estamos ante una encrucijada ética, no solo política.

La propuesta de que el Poder Judicial sea elegido por voto popular puede parecer democrática en la superficie, pero en el fondo puede esconder un proyecto mucho más peligroso: el sometimiento de la justicia a la ideología dominante.

¿Jueces elegidos por el pueblo o por el poder de turno?

La justicia necesita independencia. Su fuerza moral no nace del aplauso del pueblo ni del poder del Estado, sino de su fidelidad a la verdad, al derecho natural, y al bien común trascendente.

En contextos donde el partido en el poder domina también los medios, el Congreso y la narrativa pública, una “elección popular” de jueces es solo una manera disfrazada de llenar las cortes con aliados del proyecto dominante.

El patrón se repite: Venezuela, Ecuador, Nicaragua…

No es nuevo. Otros países latinoamericanos empezaron igual:

• Promesas de justicia popular.
• Ataques a las cortes por “elitistas”.
• Reformas para que el pueblo elija directamente a los jueces.

¿Resultado? La justicia se volvió instrumento del régimen, los opositores perdieron garantías, y el poder dejó de tener límites.

La experiencia de Venezuela, Ecuador y Nicaragua demuestra cómo la reconfiguración institucional puede conducir a la concentración del poder y al debilitamiento de la democracia. Es esencial que México aprenda de estos precedentes y fortalezca sus instituciones, asegurando la independencia de los poderes y el respeto al Estado de derecho.

La justicia no se vota. Se respeta.

Desde Virtud al Frente afirmamos con claridad:

El juez justo no sigue la voz del partido ni la presión del pueblo, sino la ley inscrita en su conciencia y en la ley natural dada por Dios.
Y si no crees en lo trascendente ni en lo eterno, al menos haz uso de la razón:
una justicia que cambia con el viento político no es justicia, es sumisión.
La verdad no necesita aplausos, solo necesita ser reconocida por una mente libre y un corazón recto.

Una sociedad virtuosa no elimina los contrapesos: los fortalece.
Porque sabe que todo poder necesita límites, especialmente cuando se concentra demasiado en una sola figura o ideología.

¿Y si el Poder Judicial está realmente corrompido?

Reconocemos que el sistema judicial en México sufre de una profunda crisis moral, como muchas otras instituciones. Hay corrupción, impunidad, compadrazgo y decisiones que favorecen al poder económico o político.

Pero convertirlo en instrumento del partido en el poder no es la solución.
Es como apagar un incendio echando gasolina.

“Una democracia sin un poder judicial independiente está condenada al autoritarismo.”
— Giovanni Sartori, politólogo italiano.

El Poder Judicial, con todas sus fallas, es la última trinchera contra el terror político, el totalitarismo y el adoctrinamiento estatal.
Es ahí donde un ciudadano puede apelar cuando el poder lo persigue, lo excluye o lo silencia.
Y si ese juez es elegido por el mismo sistema que lo persigue, ¿dónde queda la justicia?

📌 A 60 días de votar… ¿Qué podemos hacer como ciudadanos?

1. Distingue bien a los candidatos en estas elecciones.
   • Pregunta: ¿Están a favor o en contra de esta reforma judicial?
   • ¿Defienden la independencia de poderes, o promueven un “poder total” en nombre del pueblo?
2. No votes por ideología ciega.
   • Vota por aquellos que entiendan que el poder debe tener frenos.
   • Vota por quienes creen que la ley debe ser respetada, no reescrita por capricho.
3. Despierta tu conciencia.
   • No permitas que te digan que estar en contra de una reforma es estar en contra del pueblo.
   • Estar en contra del abuso del poder es estar a favor del pueblo… del verdadero pueblo.

Si perdemos la justicia, perdemos el alma de la nación.
Y si el juez es una voz del régimen, ya no habrá dónde clamar cuando todo se derrumbe.

Comparte esta reflexión. Que nadie diga después que no fue advertido.