Nombre completo: César Mario Gutiérrez Priego
Cargo actual: Abogado litigante y analista en temas de seguridad nacional
Entidad federativa de origen: Ciudad de México
Especialidad(es): Derecho penal, derecho militar, seguridad nacional
Vínculos políticos identificados:
No se identifican afiliaciones partidistas
Hijo del general Jesús Gutiérrez Rebollo, excomisionado del Instituto Nacional para el Combate a las Drogas (INCD)
Fundador de la Fundación Jesús Gutiérrez Rebollo, Militares y Marinos Procesados A.C., dedicada a la defensa de militares y marinos en procesos legales
Grado(s) académico(s):
Licenciatura en Derecho
Universidad(es):
Institución no especificada en las fuentes consultadas
Especializaciones:
Derecho militar
Seguridad nacional
Estudios en universidades nacionales y extranjeras
Más de 25 años de experiencia como abogado litigante en casos de derecho penal y militar
Defensor de militares y marinos enfrentando procesos legales, inspirado en la experiencia de su padre
Analista y comentarista en medios de comunicación sobre temas de seguridad nacional y crimen organizado
Candidato a ministro de la SCJN en el proceso de elección judicial de 2025, destacando su experiencia en más de 1,000 casos legales, incluyendo justicia militar y derechos humanos
César Gutiérrez Priego se presenta como un candidato a la SCJN que desafía el molde tradicional del jurista callado y neutral. En uno de sus videos públicos, afirma sin rodeos: “Yo soy un hombre de izquierda”, y más aún, se lanza contra los partidos tradicionales refiriéndose a ellos como “el PRIAN”. Este lenguaje, cargado de connotación política, lo sitúa —al menos en el discurso— en una clara postura ideológica que simpatiza con el discurso de Morena y la Cuarta Transformación.
Y aunque ha declarado no tener filiación partidista, su manera de hablar, su selección de enemigos y su narrativa de reivindicación son comunes en quienes militan, de forma tácita o estratégica, en el movimiento encabezado por Andrés Manuel López Obrador y continuado por Claudia Sheinbaum.
Pero aquí surge una pregunta de fondo:¿Puede un ministro de la Suprema Corte de Justicia proclamar una ideología sin comprometer su imparcialidad?La Corte, en su naturaleza, no debe ser ni de izquierda ni de derecha. Debe ser justa.
“No torcerás la justicia; no harás acepción de personas, ni tomarás soborno; porque el soborno ciega los ojos de los sabios y pervierte las palabras de los justos.”—Deuteronomio 16:19
Gutiérrez Priego parece ver en la SCJN una plataforma para “reivindicar” a la izquierda y confrontar lo que él percibe como estructuras conservadoras. Pero un verdadero juez no debe entrar a la Corte con deseos de reivindicación, sino con deseos de servir a la verdad. Si su visión de justicia parte desde una lucha política, el riesgo es alto: que la toga se convierta en estandarte partidista.
Su crítica al “PRIAN” —aunque legítima como ciudadano— adquiere otra dimensión cuando busca ocupar una posición en el máximo tribunal constitucional. En lugar de mostrarse como un puente de unidad y legalidad, se presenta como un combatiente ideológico. Y eso, desde la virtud cristiana, representa una desviación peligrosa del verdadero ministerio de justicia.
“Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.”—Mateo 5:6
La justicia auténtica no puede estar subordinada a lealtades ideológicas. Una Corte justa necesita ministros que amen más la verdad que sus propias convicciones. Que no teman quedar solos si la ley y la conciencia los llama a defender lo correcto. Que estén dispuestos a juzgar sin prejuicio, incluso si ello incomoda al Ejecutivo, al Legislativo o a la opinión pública.
Gutiérrez Priego es un hombre preparado, con dominio del derecho penal y militar. Pero la pregunta no es si sabe, sino si puede ser justo cuando sus ideas choquen con los principios universales del derecho natural. ¿Se atreverá a ir contra el poder que hoy parece alinearse con su ideología? ¿Será capaz de juzgar desde la rectitud cuando el interés partidista reclame obediencia?
¿Será capaz de dictar sentencias que incomoden al Ejecutivo si es lo justo, aun si eso lo aísla políticamente o mediáticamente?“No seguirás a la mayoría para hacer el mal; ni responderás en litigio inclinándote a la mayoría para pervertir la justicia.” (Éxodo 23:2)
¿Será capaz de dictar sentencias que incomoden al Ejecutivo si es lo justo, aun si eso lo aísla políticamente o mediáticamente?
“No seguirás a la mayoría para hacer el mal; ni responderás en litigio inclinándote a la mayoría para pervertir la justicia.” (Éxodo 23:2)
¿Tiene claro que el ministro no legisla ni ejecuta, sino que limita al poder cuando este violenta el orden jurídico? ¿O su intención de “reivindicar la Corte” significa darle un giro ideológico?
¿Cree que hay principios no negociables —como el derecho a la vida, la familia, la libertad religiosa— que deben ser protegidos, incluso si el Congreso o el Ejecutivo los atropellan?
¿Ha usado su conocimiento jurídico para defender a quienes no tienen voz? ¿O su experiencia ha sido solo desde el análisis sin compromiso humano real?
¿Su crítica al “PRIAN” busca justicia o es un ajuste de cuentas desde la izquierda? ¿Está entrando a la Corte para “compensar” a un grupo ideológico?
Un ministro debe ser árbitro, no activista. ¿Su forma de hablar tiende puentes o echa leña al fuego de la polarización?
¿Es un jurista de códigos o también un hombre de conciencia? ¿Tiene fundamentos éticos sólidos o su única brújula es la ley positiva?
No podemos evaluar a un futuro ministro solo por sus títulos, ni por sus simpatías políticas. Lo que está en juego es la independencia del Poder Judicial, la única barrera institucional entre el ciudadano y un Estado cada vez más centralizado.
César Gutiérrez Priego dice querer transformar la Corte. Pero la verdadera transformación no es ideológica, sino moral: que cada ministro sea un muro contra la injusticia, venga de donde venga.
“El sabio teme y se aparta del mal, mas el insensato se muestra insolente y confiado.” (Proverbios 14:16)