Nombre completo: María Consuelo Rosillo Garfias
Cargo actual: Magistrada de Circuito en el Primer Tribunal Colegiado en Materia Administrativa del Décimo Quinto Circuito
Entidad federativa de origen: Querétaro
Especialidad(es): Derecho administrativo, amparo, control constitucional
Vínculos políticos identificados:
Perfil estrictamente técnico y judicial
Sin militancia partidista identificada
Carrera judicial consolidada desde hace décadas, sin nexos políticos públicos visibles
Grado(s) académico(s):
Licenciatura en Derecho
Universidad(es):
Universidad Autónoma de Querétaro
Especializaciones:
Amparo
Derecho administrativo
Formación judicial en el Instituto de la Judicatura Federal
Magistrada de Circuito en el Poder Judicial de la Federación (desde hace más de 25 años)
Primera mujer en integrar el Poder Judicial Federal en Querétaro
Presidenta de Tribunal Colegiado en diversas ocasiones
Participante en seminarios sobre control difuso, derechos humanos y justicia administrativa
Formadora de generaciones de operadores jurídicos mediante cursos y ponencias
En tiempos en los que la justicia se ve comprometida por ideologías, intereses políticos y presiones mediáticas, una figura como Ma. Consuelo Rosillo Garfias puede parecer un ancla de estabilidad. Su perfil es discreto, académico y técnico. Se ha desempeñado como magistrada y académica con especialidad en derecho constitucional y procesal, sin escándalos, sin militancia pública y sin una narrativa ideológica impuesta. Esto ya es, en el México actual, un acto de resistencia silenciosa.
Pero desde la virtud, no basta con no hacer el mal. Hay que amar el bien. Hay que hablar cuando el silencio se vuelve complicidad. Y en ese punto es donde debemos mirar con lupa el perfil de esta mujer que —como muchos jueces en México— ha dedicado su vida al derecho, pero cuya disposición a defender la verdad aún debe ser puesta a prueba.
“No participes en las obras infructuosas de las tinieblas, sino más bien repréndelas.” (Efesios 5:11)
No hay evidencia de vínculos con partidos, ni con el oficialismo, ni con intereses empresariales. Eso habla bien de su independencia. Pero tampoco hay señales de que se haya enfrentado al poder en momentos decisivos, ni a favor de la justicia, ni en defensa de víctimas. El silencio puede ser prudencia, pero también puede ser tibieza.
¿Será capaz de ir contra el consenso ideológico dominante si la verdad lo exige?
Sí. Su enfoque académico y judicial ha sido fiel al constitucionalismo clásico. Ha formado a generaciones de juristas en derecho procesal y ha defendido los principios de legalidad y debido proceso. En este sentido, su visión de justicia parece estar fundamentada en el orden normativo, no en la moda ideológica.
Esto es un buen indicio de virtud intelectual: se apega a lo que permanece.
Aquí el perfil muestra una zona gris preocupante: no se le conocen declaraciones a favor de la vida, ni posicionamientos sobre la familia natural, ni posturas claras en defensa de la libertad religiosa. Tampoco ha confrontado abiertamente las agendas que promueven la ideología de género o el aborto como derecho.
Esto podría ser simple prudencia profesional… o una falta de convicción moral.
Desde la virtud, el deber del juez no es solo interpretar la ley, sino recordar que hay leyes injustas que deben ser resistidas.
“Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres.” (Hechos 5:29)
Su trayectoria es consistente y sin señales de ambición desmedida. No ha saltado de cargo en cargo buscando protagonismo, ni ha participado en narrativas políticas. Todo indica que ha servido desde lo técnico y lo académico, lo que habla de vocación auténtica más que de cálculo personal.
No hay indicios de que promueva ideologías. No ha usado el feminismo como estandarte judicial, ni ha hablado en clave populista, ni ha reducido el derecho a herramientas de militancia. Este equilibrio es fundamental para la SCJN. Pero al mismo tiempo, la virtud exige que el juez no solo guarde silencio, sino que actúe como centinela del bien.
Ma. Consuelo Rosillo Garfias representa el perfil técnico y sobrio que México necesita en la SCJN. Tiene la formación, la experiencia y la estabilidad emocional para juzgar con calma y orden.
Pero para ser verdaderamente virtuosa, debe dar un paso más allá del expediente jurídico: debe hablar con claridad moral cuando el bien común y la ley natural estén en juego.
Si decide mantenerse como técnica neutra en los momentos clave, no hará daño, pero tampoco hará justicia profunda. Si, en cambio, asume su rol con la templanza y valentía que exige la Corte, podrá ser una juez justa.
“El corazón del justo piensa para responder; mas la boca de los impíos derrama malas cosas.” (Proverbios 15:28)