Cargo actual: Magistrada de Circuito del Poder Judicial de la Federación
Entidad Federativa: Ciudad de México
Especialidad: Derecho Constitucional y Administrativo
Rosa Elena González Tirado tiene una de las trayectorias más estables y técnicamente confiables del ámbito judicial mexicano. Es magistrada presidenta del Tribunal de Justicia Administrativa del Estado de Durango, y su nombre ha sido respetado tanto por sus colegas como por los actores políticos. Su perfil es el de una jueza prudente, profesional y con experiencia administrativa. No ha buscado reflectores, ni ha usado su cargo como plataforma ideológica. En tiempos de ruido político y jueces activistas, eso puede parecer una virtud.
Y lo es, en parte. Pero la virtud cristiana no se define solo por lo que uno evita, sino por lo que uno está dispuesto a afirmar, a defender y a sacrificar. Un ministro de la Suprema Corte no solo debe saber derecho: debe saber cuándo hablar, cuándo resistir y cuándo callar por prudencia… y no por miedo.
“Haz justicia y juicio, y líbranos de manos del opresor.” (Jeremías 22:3)
No se le conocen vínculos con partidos políticos ni con el oficialismo. Tampoco con cúpulas empresariales. Su trayectoria sugiere independencia técnica, pero no hay casos públicos que demuestren que haya enfrentado al poder cuando hacerlo implicaba riesgo personal o institucional.
Eso no la invalida, pero plantea una interrogante: ¿será firme cuando el poder exija sumisión? ¿O preferirá el silencio técnico para mantener la comodidad institucional?
Sí. González Tirado tiene una carrera centrada en el derecho administrativo, la legalidad y el debido proceso. No ha promovido agendas ideológicas, ni ha usado su cargo para impulsar posturas ideológicas de género, ambientalismo radical o reinterpretaciones del derecho.
En ese sentido, es una defensora del orden institucional, lo cual es positivo frente a la corriente de jueces “creativos” que quieren reformar la Constitución desde la toga.
No hay registro público de que se haya pronunciado sobre estos temas. No ha defendido la vida desde la concepción, ni la familia natural, ni ha hecho declaraciones públicas a favor de la libertad religiosa. Tampoco ha apoyado lo contrario. Su silencio, nuevamente, puede ser interpretado como prudencia o como evasión.
Desde la virtud cristiana, un juez no debe ser neutral cuando la dignidad humana está en juego. La vida, la familia y la libertad no son temas opinables: son fundamentos del derecho natural y de toda justicia verdadera.
“No matarás. No cometerás adulterio. No codiciarás…” (Éxodo 20)No son sugerencias, son fundamentos.
Todo indica que ha servido. Su ascenso ha sido interno, sin alianzas visibles con actores políticos o con élites mediáticas. No busca la fama, ni el espectáculo, ni el poder por el poder. Su actitud es más de servidor público que de funcionaria ambiciosa. Esto habla bien de su vocación.
Promueve la paz institucional. No confronta, no divide, no ideologiza. Es respetuosa del orden jurídico y del papel del juez. Sin embargo, el reto es que su perfil es tan sobrio y reservado, que corremos el riesgo de tener una ministra correcta, pero no profética.
La SCJN necesita ministros que amen la justicia más que la estructura. Que se atrevan a decir que una ley es injusta, aunque haya sido aprobada con mayoría. Que reconozcan que hay una verdad por encima de los votos y las narrativas.
Rosa Elena González Tirado es, en principio, una buena candidata. Su perfil técnico, sobrio, institucional y limpio de ideología la hace confiable. Representa una posibilidad de equilibrio en una Corte amenazada por activistas disfrazados de jueces.
Pero para ser una ministra virtuosa, debe dar un paso más: pasar de la corrección a la convicción. De la ley positiva a la ley natural. De la prudencia institucional a la valentía moral.
Si lo hace, será una columna de equilibrio. Si no, será solo otra funcionaria prudente que no estorba… pero tampoco transforma.
“Levanta tu voz por los que no tienen voz, defiende los derechos de los pobres y necesitados.” (Proverbios 31:8)